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El mundo de los muertos en la concepción quechua
Francisco Carranza Romero
Los datos que aparecen en este trabajo proceden, en su mayoría,
del Callejón de Huaylas y del Callejón de Conchucos, área
geográfica que comprende el Quechua I o Quechua Waywash,
Perú.
Desde los tiempos antiguos los hombres han
buscado explicaciones ante el inminente hecho
de la propia muerte, de sus semejantes y de
todas las otras vidas. Como efecto de este
esfuerzo mental han desarrollado concepciones,
ritos y costumbres relacionados con el mundo
de los muertos. Y los andinos, como otros
pueblos del mundo, tienen también lo suyo.
Para el andino el
runa
(hombre) está compuesto de dos
naturalezas:
aytsa
(carne, naturaleza material) y
hayni
(jayni
según la ortografía española: naturaleza inmaterial o
espiritual).
El Inca Garcilaso de la Vega ya nos refiere al respecto:
«Tuvieron los Incas amautas, que el hombre era compuesto de
cuerpo y ánima, y que el ánima era espíritu inmortal, y que el
cuerpo hecho de tierra... y así le llamaban allpacamasca, que
quiere decir tierra animada»
1
.
La naturaleza material existe en este mundo
condicionado por el espacio y el tiempo, por eso sigue
inexorablemente las leyes naturales. La naturaleza espiritual
existe también en este mundo, pero no está condicionada por
el espacio ni por el tiempo; se manifiesta en dos estados que
indican dos momentos de su proceso existencial:
jayni
y
aya.
I.
Jayni,
espíritu del ser vivo
Todo hombre vivo tiene su ánima que en quechua de la
región de Ancash (Perú) es denominada
hayni
o
haani».
Este
jayni se manifiesta en el calor del cuerpo, la respiración, los
movimientos y las posibilidades de pensar y hablar.
Algunos privilegiados o excepcionales que han tenido la
experiencia de percibirlo sin haber sufrido trastornos
negativos, lo describen con mayor precisión. Por tanto, aquí se
descarta la descripción y los relatos de los que han quedado
alterados después de su experiencia de verlo y/o escucharlo.
Está, generalmente, detrás del cuerpo material; por eso,
quien torne sorpresivamente la cabeza puede ver a su
jayni, lo cual podría ser peligroso para la estabilidad
síquica del que no está preparado para esta experiencia.
Sobre esto hay un tabú:
Qipamanqa manam purinatsu,
haynintsikwan kamakarmi payta rikantsik:
No se debe
caminar hacia atrás, se puede chocar y ver a su propia
alma.
No tiene peso por eso no hace ruido al transportarse.
No tiene sombra porque no es un ser material.
No tiene olor.
Adopta la forma y el color preferido por la persona con
quien se participa en la vida. Con esto se explica que la
policromía es la expresión de vida.
Habla y silba como las personas vivas.
Los seres humanos, los animales, las plantas y los
cerros tienen sus jaynis.
El hombre vive gracias a la unión de su cuerpo
material con su jayni; la ruptura de la unión o la
ausencia temporal de este último puede provocar
enfermedades y hasta el caos final. Se conocen
solamente dos casos de alejamiento temporal del jayni:
1. Sueño onírico (musquy).
Cuando el
cuerpo reposa al dormir, el jayni puede abandonarlo
momentáneamente para hacer sus andanzas. Si el jayni
participa en actividades de mucho esfuerzo, el cuerpo,
aunque esté reposando por muchas horas, se despierta
cansado como si realmente hubiera participado
también en las aventuras. Tampoco es raro que en los
sueños el jayni quite el velo de muchos misterios del
pasado, presente y futuro; por eso, desde la niñez el
hombre quechua aprende cada mañana a recordar,
narrar e interpretar sus sueños. El Inca Garcilaso de
Vega, ya imbuido por la cultura cristiana, se burla de
sus coterráneos: «...las niñerías o burlerías que aquellos
indios tuvieron, que una de ellas fue tener que el alma
salía del cuerpo mientras dormía, y que lo que veía por
el mundo eran las cosas que decimos haber soñado. Por
esta vana creencia miraban tanto en los sueños y los
interpretaban, diciendo que eran agüeros o
pronósticos»
2
.
En otra parte nos ocupamos de la relación de los
sueños con la muerte (oniromancia y tánatos).
2. Susto (mantsakay).
Cuando alguien
sufre un terrible susto el jayni también se asusta y se
separa bruscamente del cuerpo. Se trata, más que todo,
de una desubicación o dislocación del espíritu,
fenómeno que causa «el mal del susto», una
enfermedad que se manifiesta con los siguientes
síntomas: anorexia, abulia, pérdida de peso, palidez,
pesadillas y sobresaltos al dormir, y crecimiento de
pestañas. Para la curación del susto existe una variada
ritoterapia según la región y el sutrato cultural, y aquí
mencionamos solamente algunas formas:
hayni qayay
(invocación del jayni para que retorne al cuerpo),
wayta shuqma
(masajes con flores que después se
abandonan en el cruce del camino para que el mal se
vaya pronto),
waytawan armakuy
(baños con variedad
de flores),
runtuwan qaquy
(sobar con huevo de gallina
porque éste absorbe el mal),
patsuwan qaquy
(sobar
con caparrosa y luego quemarla; la caparrosa quemada
toma la forma que se interpreta como la causa del
susto). Cada uno de estos ritos varía según el
curandero, lugar, etiología y gravedad del mal.
Algunos investigadores confunden el susto con
el »mal sitio» (patsa
o pacha).
El mal sitio es el efecto
negativo de la naturaleza para quien ha entrado o
llegado a ella desprevenido o en un momento
inoportuno. La tierra absorbe y hasta puede capturar el
jayni de la persona, y como consecuencia, ésta se
enferma y hasta puede morir si no es curada
oportunamente por gente entendida en el asunto.
3. Jayni y upay.
El jayni es también
conocido como
upay
o
upee
en el Callejón de Huaylas.
Sin embargo, existe diferencia entre estos dos
términos. El jayni está relacionado con la acción de
vivir (kaway o
kausay);
mientras que el upay es la
sombra de los seres vivos y, como tal, está en estrecha
relación con
llantu
(sombra en general) que es una
muestra de la existencia material. Por eso, algunas
veces se escucha cuando alguien, reclamando el
máximo respeto a su persona, dice:
Ama
upayniitapis
harunkitsu
(No pises ni mi sombra. Ni se te atreva
siquiera pisar mi sombra).
Con un breve glosario de palabras se trata de
demostrar que upay no sólo significa sombra sino que
tiene un campo semántico más amplio: es la fallida
realización, es la interrupción del proceso de
maduración o realización.
Nuestro punto de partida es la palabra
upa.
upa:
tonto, no realizado, no desarrollado normalmente,
que no cumple su función. Algunos bilingües como
José María Arguedas lo pronuncian y escriben
castellanizándolo fonéticamente: opa. El opa Anto es
un personaje de
Todas las sangres;
pero, esta misma
denominación en quechua es: Upa Antu.
upa chaki:
(literalmente: pie tonto) pie sin destreza, pie
inseguro.
upa maki:
(lit.: mano tonta) mano sin destreza, mano
insegura.
upa rinri:
(lit.: oído tonto) sordo, que no escucha bien.
upa runtu:
(lit.: huevo tonto) huevo huero, huevo que
no ha reventado, huevo que no se convierte en pollito.
upay:
no realizarse totalmente, truncarse el proceso de
realización.
«Kay runtuqa alaywan
upanqam»:
Este huevo se va a volver huero con el frío.
upayay:
volverse tonto.
upakshu:
pimpollo, capullo, flor en botón, tontuelo,
ingenuo.
upay tukru:
(literalmente: bastón del alma) es una
planta de la puna, de flor amarilla y de tallos muy
delgados que no sirven ni siquiera para huso. Sólo la
imaginación del andino le da su uso poniéndole de
bastón del espíritu.
A continuación muestro esquema explica la
relación de jayni y upay:
jayni
upay
kaway
llantu
La relación horizontal o sintagmática de jayni
con kaway es por el estado de vida porque sólo los
seres vivos tienen jayni. Si los cerros tienen jayni es
porque están vivos. La relación de upay con llantu es
del estado de existencia material porque sólo los seres
materiales tienen sombra. Hay cierta relación de
sinonimia porque los elementos de relación se refieren
a la vida y existencia.
La relación vertical o paradigmática de jayni con
upay y de kaway con llantu es de causa (los de la parte
superior) y efecto (los de la parte inferior); porque el
jayni y el kaway están relacionados con la vida;
mientras que upay y llantu con la sombra, proyección
de la existencia.
A nuestro parecer, las palabras
supay
(diablo) y
upay
tienen relación porque se originan de una misma
palabra fuente
upa.
Por eso, el Supay, por más
poderoso que sea, es un ser cuyo proceso se ha
truncado: no ha podido llegar a ser dios ni hombre, y
esta situación sería su mayor tormento
3
.
II.
Aya,
espíritu del difunto
1. La palabra
aya.
Una explicación
lingüística.
La palabra aya tiene relación con la
muerte porque no sólo se refiere al espíritu del difunto
sino también al cadáver.
Aku ayantsikta kirmaq:
Vayamos a cargar en camilla a nuestro muerto.
El siguiente glosario indica que la muerte no es
ningún tabú, porque en las ceremonias de los muertos
todos participan: ancianos, adultos, niños, mujeres,
todos, sin excepción.
ayapllay:
acción de afectar el alma con su energía a un
ser vivo
aya kuti:
el que ha revivido después de estar
considerado muerto
aya killa:
lit. mes de los muertos, noviembre. Desde
antes de la llegada de los españoles, en este mes se
celebraba el rito a los difuntos
aya maqay:
acción de
pegar el alma a un ser vivo. Generalmente se da
cuando el alma se choca con una persona que camina
de noche sin cantar, sin silbar o sin producir ruido.
Paqaspaqa upaallalla purikunatsu, ayawanpis
kamakashwanmi:
Por la noche no se debe andar
silencioso, se puede chocar con el alma caminando en
sentido contrario
aya marka:
cementerio, panteón
aya pampay:
enterrar, exhumar
ayapa tukllun:
lit. hongo del muerto, hongo venenoso.
Amanita phalloides,
generalmente tiene olor más a
podrido, de cabeza grande y caída como un cucurucho,
tiene una telilla anillar más desarrollada en el tallo. Su
nombre ya refiere la muerte, por lo que no se come
aya wayta
(flor del muerto): es una planta cuya flor,
ante la presencia de un extraño, emite un olor hediondo
que produce mareo.
La palabra aya se usa también como topónimo,
por ejemplo: Ayacucho (aya
kuchu:
rincón de la
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