Xavier Frías Conde, 2001 'Introducción a la ortografía iberorrománica medieval'.pdf

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Xavier Frías Conde
INTRODUCCIÓN A LA ORTOGRAFIA
IBERORROMÁNICA MEDIEVAL
Ianua. Revista Philologica Romanica
Suplemento 02
2001
Todos los derechos reservados.
© Xavier Frías Conde, 2001.
© IANUA, Revista Philologica Romanica, 2001.
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info@romaniaminor.net
ISSN: 1616-413X
Xavier Frías Conde
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1. Justificación
1.
El objetivo de esta primera parte es que cualquier estudiante tenga una idea de cómo
se pronunciaban los textos medievales escritos en las lenguas iberorrománicas, funda-
mentalmente castellano, gallego-portugués y catalán. Cuando leemos los textos antiguos
con la pronunciación actual podemos
comprenderlos,
pero no está de más saber cuál era
su pronunciación antigua. En el caso del castellano, hay sutiles diferencias, pero estas
son bastantes menos si se trata del portugués y del catalán.
Hay que tener en cuenta, además, que se dan significativas diferencias entre los pri-
meros textos y los últimos de la Edad Media, es decir, los inmediatamente anteriores a
la llegada del Renacimiento (siglo
XVI
).
No pretendemos hacer un manual de epigrafía iberorrománica, habida cuenta que los
textos más antiguos, que no son literarios, en románico, presentan un elevadísimo nú-
mero de sistemas y subsistemas ortográficos. Nos ceñiremos, por tanto, a lo que po-
dríamos considerar sistema estándar medieval para las lenguas románicas de la Penínsu-
la Ibérica.
2. Etimología frente a pronunciación
2.
Esta oscilación estuvo presente durante todo el periodo y aún más allá. Cuando los
romances comenzaron a escribirse, el único modelo válido era el latino. Los primeros
escribas realizaron todo tipo de tentativas para adaptar el sistema latino al romance, con
todo lo que ello suponía, porque en ocasiones daban valores nuevos a grafías latinas
1
y
en otros hubieron de
inventar
nuevos elementos que les permitiesen reproducir sonidos
novedosos
2
.
Los primeros escribas que usaron el romance sólo conocían el latín. Por tanto, en mu-
chos momentos tenían que
inventarse
la escritura del romance o mal adaptar el sistema
ortográfico latino al romance. Durante varios siglos hubo un cierto caos, pero cuando la
literatura románica comienza a surgir, ya hay ciertos elementos que se han fijado, aun-
que en el caso del castellano la fijación definitiva no llegaría hasta Alfonso X.
3.
Es importante distinguir entre lo que es una ortografía fonética, como la del euskera,
donde las letras tienen una sola equivalencia fónica de una etimológica, como es el in-
glés (hemos tomado dos ejemplos extremos), pero en toda lengua estos dos elementos
están presentes, y uno de los dos predomina sobre el otro. En los romances antiguos
ambos elementos, el fónico y el etimológico convivían aunque sin demasiado rigor. Ta-
les elementos los iremos viendo a lo largo de la exposición, pero también hay que tener
en cuenta que en determinados momentos, la presión culta latina –no se puede olvidar
que el latín fue en todo momento lengua de mucho mayor prestigio que el romance–
hizo que determinadas palabras tuvieran una ortografía que recordaba su origen latino,
de ahí que se haga referencia a una ortografía etimológica. Tal es el caso de grafías co-
Por ejemplo, <ce> sonaba /ke/ en latín, pero sonó /tse/ en el romance primitivo.
Ese es el caso del sonido /Z/, para el que en determinados casos, en español, se utilizó <i>, como en
trabaio,
pero también en
muger.
En épocas posteriores, se creó <j> a partir de <i> para distinguirlo de <i>
vocal. Otro caso clarísimo es el gallego-portugués <lh> y <nh>, inventados por los occitanos (provenza-
les) y exportados al occidente ibérico, con el fin de representar /λ/ y /¯/ respectivamente.
2
1
3
Introducción a lengua castellana medieval
______________________________________________________________________
mo
Christo
que sonaba /'kristo/, puesto que se trataba de respetar la forma original latina
(y previamente griega)
Christus.
Ambos criterios, el fonológico y el etimológico, pudieron perfectamente convivir. El
mayor o menor predominio del uno sobre el otro depende en buena medida de la época,
del escriba y de otros factores que sería demasiado largo de enumerar.
3. Elementos ortográficos
3.1. Vocales y tildes auxiliares
4.
Las vocales castellanas y catalanas tenían más o menos el mismo valor de hoy en día.
En cuanto a <i> y <u> usadas con valor consonántico, serán analizadas más abajo junto
con las consonantes.
5.
En gallego-portugués, las vocales nasales podían ir acompañadas de una tilde (~) para
marcar su valor nasal. Este tipo de vocales podían ir señaladas por dicho elemento o
bien seguidas de una consonante propiamente nasal, es decir, <m> o <n>.
En ese caso se encuentra el gallego-portugués
b
e
o
bem
e incluso
ben
(=bien). Tam-
bién ocurre en el interior de la palabra, pero en este caso el fenómeno es también fre-
cuente en las otras lenguas románicas, puesto que se trataba de una forma abreviada de
marcar la nasalidad: castellano
cãta
o
canta.
Tal tilde se extiende hasta
q
, forma abre-
viada por
que.
6.
Los acentos, tal como los conocemos hoy, son un elemento bastante moderno. Aun-
que bastantes textos medievales, en ediciones modernas, lleven acentuación, ello es de-
bido a que se la han puesto los editores con el fin de facilitar su lectura a los lectores
actuales.
7.
En cambio, en los textos poéticos (aunque no exclusivamente en ellos), es frecuente
que se utilice el apóstrofo para marcar la elisión de una vocal. Esto ocurre fundamen-
talmente con algunas preposiciones y con pronombres clíticos, aunque a veces la elisión
vocálica no se marca con nada.
Ejemplo de uso de apóstrofo:
d'una mulher
(=de una mujer). Ejemplo de elisión:
dixol que...
(=le dijo que, donde la forma completa sería
dixole que).
Los apóstrofes son
bastante más normales en gallego-portugués y catalán que en castellano, pero su uso no
estaba claramente fijado en la Edad Media en la mayoría de los casos.
3.2. Consonantes
8.
A continuación pasamos a explicar qué valor o valores tenían las consonantes en los
textos medievales. Hay que tener en cuenta que las grandes diferencias en la pronuncia-
ción que se pueden encontrar hoy en día entre las lenguas iberorrománicas eran bastante
menores en la Edad Media. Desde el siglo
XII
al
XVI
se encuentran pocas diferencias,
pero estas aumentan a partir del último siglo ahí señalado, especialmente en castellano.
En portugués la nasalidad alcanzó un extraordinario desarrollo, cosa que no ocurrió en
gallego, que, por el contrario, se desnasalizó.
4
Xavier Frías Conde
_____________________________________________________________________________________
9.
Iremos dando los valores principales de las consonantes en todas las lenguas ibero-
rrománicas.
<a>
<b>
<c>
<c>
como en la actualidad.
sonaba [b], nunca [β].
esta es una letra que tenía usos bastante distintos a los de hoy en día, al
menos en ciertos casos.
aparecía en la serie <ca, co, cu> e también en cúmulos <cr>, <cl> con el
valor de /k/. En posición implosiva también se podría encontrar:
casa,
cosa
(gal.-pt.
cousa).
Se usaba con toda la serie vocálica: <ça, çe, çi, ço, çu>. Aunque poste-
riormente se generalizó que con <e> e <i> no se usase la cedilla, en la
media es más normal que se utilice con todas las vocales. El valor más
antiguo de esta consonante es /ts/, que posteriormente evolucionaría a /s/
en portugués y catalán y /θ/ en castellano y gallego (así como aragonés y
asturleonés). Este grafema nunca podía aparecer en posición final de pa-
labra; en su lugar se usaba <z> en gal.-port. y cast. :
diez, vez, foz.
En posición implosiva era muy raramente escrita, aunque sí aparece en
gallego-portugués y castellano. En catalán, en cambio, fue corriente e
incluso hoy en día se conserva: feliç, falç (=hoz, del latín falcem).
No podemos dejar de citar el uso de este grafema en posición inicial
con las vocales posteriores: çapato, çurra, çurrón, ço (cat,., "eso"), etc.
Este uso ha desaparecido incluso en portugués y catalán que conservan
<ç> modernamente. En portugués actual lo normal es <s->: sapato, surra.
El digrafo era usado fundamentalmente en gallego-portugués y castellano.
De procedencia franco-occitana, fue una solución importada para repro-
ducir el sonido /tÉ
S
/. En textos anteriores, no literarios, había toda una co-
lección de digrafos. Ejemplos castellanos:
techo, noch[e].
Ejemplos ga-
llego-portugueses:
chouer, achar.
En catalán ya desde antiguo se vino usando <tx>, aunque es posible <-
ch> para indicar el sonido /k/ final:
march
(pronunciado /'mark/),
foch
/'fçk/. Este uso se ha conservado hasta el siglo
XX
para los topónimos.
Junto a lo anterior, no podemos olvidar que con criterios etimológicos
se podía usar <ch> con el valor de /k/. Tal ocurre en palabras como
christiano, Christo, eucharistia,
aunque también aparecen grafiados con
<c>.
Se usaba para /d/, como actualmente.
Se usaba para /e/, como actualmente.
Se usaba para /f/. En escritura etimológica aparecía duplicada:
effe[c]to,
aunque también
iffant[e]
Cuando este grafema acompañaba las consonantes <a>, <o>, <u> tenía el
5
<ç>
<ch>
<d>
<e>
<f>
<g>
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