Licantropía - Historias de hombres-lobo en occidente - edn de Jorge Fondebrider (2004).pdf

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LICANTROPÍA
HISTORIAS DE HOMBRES LOBO EN OCCIDENTE
Edición de Jorge Fondebrider
Adriana Hidalgo editora
Jorge Fondebrider
Licantropía, historias de hombres lobo en occidente
Fondebrider, Jorge
Licantropía: historias de hombres lobo en occidente –1ª. ed.
Buenos Aires; Adriana Hidalgo, 2004
320 p.; 22x14 cm. – (el otro lado I clásicos)
ISBN 987-1156-16-2
1. Ensayo Argentino I. Título
CDDA864
el otro lado / clásicos
Editor:
Fabián Lebenglik
Diseño de cubierta e interiores:
Eduardo Stupía y Pablo Hernández
© Adriana Hidalgo editora SA, 2004
Córdoba 836 – P. 13 – Of. 1301
(1054) Buenos Aires
e-mail: info@adrianahidalgo.com
www. adrianahidalgo. com
Impreso en Argentina
Printed in Argentina
Queda hecho el depósito que indica la ley 11.723
Prohibida la reproducción parcial o total sin permiso escrito
de la editorial. Todos los derechos reservados.
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Jorge Fondebrider
Licantropía, historias de hombres lobo en occidente
Prólogo
Desde la Arcadia a la que cantaron Teócrito y Virgilio hasta el Norte helado de las sagas
islandesas, desde la Irlanda de los santos hasta la lobreguez de los bosques bálticos, pasando por la
Ucrania del príncipe Vseslav de Polock, la intolerante Suiza de Calvino, la violenta Alemania de
Lutero, la Francia de las luchas religiosas, Galicia y Portugal; en síntesis, de uno a otro extremo del
mundo occidental y desde mucho antes de esa Antigüedad que nombramos clásica, siempre ha
habido hombres lobo. Sobrevivieron al exterminio sistemático al que, en muchos países europeos,
fueron sometidos los lobos y también a los múltiples fuegos de la Inquisición. Se los ha visto
merodear incluso en aquellas latitudes donde el lobo nunca ha existido. Son una idea monstruosa,
son el fruto de la imaginación, del miedo, de la noche y la ignorancia. Su realidad se apoya en una
enorme variedad de ideas curiosas –y, en más de una oportunidad, absolutamente descabelladas –,
que Occidente ha ido acumulando, a lo largo de más de dos mil quinientos años, en cientos de
historias que, con justicia, merecen calificarse de maravillosas. Las muchas páginas que generaron a
través de ese lapso son la materia de este libro, que reúne mitos, leyendas y textos filosóficos,
religiosos, literarios, científicos, antropológicos, legales y periodísticos, recopilados a lo largo de
mucho tiempo.
Y aquí, entonces, a modo de digresión personal, querría agregar que el presente volumen se
empezó a gestar en mi infancia, cuando un sueño recurrente –acaso originado en la involuntaria
visión de la clásica película de Lon Chaney Jr.– atormentó muchas noches de mi niñez; que
prosiguió en las múltiples y fértiles lecturas de la adolescencia; que cobró cuerpo ante la
deslumbrante presencia de un lobo vivo en un primer zoológico europeo; que se fue haciendo
palpable con el hallazgo de algunos de los textos muchas veces citados en este volumen; que se
ordenó durante muchas tardes de diciembre de 1999 y enero de 2000, delante del diorama que
presenta a dos magníficos lobos corriendo sobre un paisaje nevado, en el sector de fauna autóctona
de Norteamérica del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.
Entre cada una de esas etapas otros intereses ocuparon mi tiempo, pero el deseo de presentar
de manera ordenada y compartir la información recogida siguió latente hasta la escritura del
presente volumen que, entiendo, admite no menos de dos lecturas. La primera corresponde al relato
más o menos cronológico de la historia de la licantropía en Occidente, para lo cual, en más de una
oportunidad, he tenido que desviarme un tanto de mi objeto con el fin de retornar a éste luego de
haberlo contextualizado debidamente; la otra se limita al placer y a la sorpresa que proporcionan los
textos especialmente seleccionados, muchos de los cuales se presentan por primera vez en
castellano. Resulta entonces oportuno señalar que, salvo expresa mención, la totalidad de las
traducciones que se ofrecen son propias. Por lo demás, he procurado, en uno y otro caso, evitar la
tentación, por cierto muy frecuente, de las exegesis que, por lo que llevo leído, la mayoría de las
veces resultan impertinentes. Tampoco he querido abundar en las polémicas que existen alrededor
de las hipotéticas diferencias que hay entre hombres lobos y licántropos. Asimismo, a pesar de
haber hecho referencia a algunas pocas especies lejanamente .emparentadas con la idea de la
licantropía, he omitido de manera expresa –y que me perdone San Cristóbal– la discusión sobre los
cynocéfalos (hombres con cabeza de perro) por entenderlos ajenos al tema de este libro. Luego, a
los estudios modernos, acaso sesgados por el estructuralismo, he preferido los textos clásicos y
eruditos de Sabine Baring-Gould, W.R.S. Ralston y Montague Summers, quienes escribieron sobre
los hombres lobos con mayor autoridad que muchos de sus contemporáneos en apariencia más
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serios. A su vez, a las interpretaciones psicoanalíticas, he opuesto los llamados estudios de
mentalidades, tal vez más interesantes para los propósitos de este libro.
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Por último, al análisis de apenas un aspecto de una única tradición, he privilegiado abarcar la
casi totalidad de lo que hoy se considera Occidente. Por último, he deseado cerrar el volumen con
sendos capítulos dedicados a la literatura de ficción contemporánea y Hollywood, los nazis y la
banalización del mito.
Me resta apenas esperar que quienes lleguen a este libro lo disfruten tanto como yo al
escribirlo, lo cual, en realidad, es casi su única justificación.
Jorge Fondebrider
Buenos Aires, abril de 2004
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En un excelente artículo, Cario Guinzburg demostró que Freud interpretó el sueño de su famoso "hombre de los lobos"
sin el debido marco cultural y, por lo tanto, con la consiguiente posibilidad de error. Creo entonces apropiado invitar a
los lectores a abstenerse de caer en esa misma equivocación.
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Quisiera dejar sentado aquí mi agradecimiento a Javier
Adúriz, Agustín Adúriz Bravo, Arshes Anasal, Valeria Anón,
Luisa Borovsky, Ana Bravo, Françoise Cochaud, Violeta
Collado, Diego Fischerman, Luis Fondebrider, Ana María
Dupey, Guillermo Gasió, Andrew Litchfield, Jean-Pierre y
Pascale Maret y Mercedes Salado por los muchos libros, datos y
comentarios que me ayudaron a conseguir y me proporcionaron
durante el proceso de escritura de este texto; a Adriana Hidalgo y
Fabián Lebenglik por el interés en el mismo; a Vivian
Scheinsohn por todo lo ya apuntado en cada uno de mis libros y
por mucho, muchísimo más, y a Ana y Alejandro Fondebrider
por servirme de freno en las noches de luna llena.
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